martes, 3 de marzo de 2015




De «Las cuerdas del violín», libro de poemas

Las cinco de la tarde entrando marzo
es una hora que no se sabe
si es de revolución muerta
o de pájaros resucitando.
Si me demoro un poco
abro otra cerveza
y lío varios cigarros,
serán           
o ya son
las seis de la tarde,
pero sigue siendo una hora incierta
con más bullicio de gaviotas
más apegado al sabor de la tierra
el color de lo que se va
pero hora que no sabe
si quiere quedarse
o irse al horizonte
a rescatar el barco fantasma
que no encuentra puerto.
La pereza es el opio de la muerte
pero qué lánguida se tiende
en la tarde de marzo
las cinco las seis de la tarde,
trae recuerdos
pero trae lujuriosos racimos
hinchados de tristeza.
Aquí, bajo mi frente,
a las siete de la tarde,
gotea la memoria callada
el simple agitarse de una paloma
atrapada por el cernícalo

caen plumas
posándose en los párpados,
gotas de sangre en los labios


                                          Quintín Alonso Méndez

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