domingo, 21 de septiembre de 2014



De «Últimas notas»

                                                                                                                                               


Cabañuelas


 Queriéndome a  mí, amó a otros; pero queriendo a otros, a mí nunca me amó
                                                                                                                    Anónimo



Como la gota que le gotea al mundo,
cada día se me muere una abeja en la azotea;
cada día un sueño se me muere.
Metódica, la muerte se acaba, la matan palitos afilados de azúcar.
Azúcar amarga envenenada extraída de la savia oscura del sexo.
Último amanecer, amanecer de cabañuelas,
sin una sola memoria en lo alto del azul teñido de violetas,
ni un sola hebra que recuerde las sábanas blancas
donde habitaban los sueños y los besos,
¿qué vendrá, metido en el silencio, en el olvido?,
frío intenso, lluvias descabalgándose por el sur,
marejadas de bajuras venidas por el oeste,
el viento callado, la brisa encallada en los labios de la humedad,
salitre que se eleva, evaporándose, yéndose,
anclado en el horizonte una cordillera de algodón,
tálamo del sol de los atardeceres,
¿qué leo en las líneas de la mano del futuro?,
tu vida llena de pájaros
transparentes




                                              Quintín Alonso Méndez

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