miércoles, 9 de abril de 2014



No hay palabras

No hay palabras para el adiós, es decir, no hay palabras para la muerte. Las palabras son para adular las propias miserias. No hay más. Esa realidad de que uno habría querido vivir. Pero a la vida hay que saber merecerla o robarla. La única vez que pretendí robarla, lo hice a plena luz del día. El sol me vio. No hizo falta más que enviarme al lugar que me corresponde por méritos propios. A la oscuridad. Donde no se necesitan ataduras ni amenazas. de la oscuridad no se vuelve. La oscuridad misma es la fosa, sólo basta dejarse caer, cuando las fuerzas hayan desaparecido del todo. Pero las fuerzas son propiedad del día

(¿Te digo qué es la muerte?: vivir en la nada)



                                              Quintín Alonso Méndez

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