domingo, 16 de marzo de 2014



La otra vida


En lo irreal de la vida real, está lo que se vive, afuera está la luz y están los grises, lo que palpita, la raíz, el motivo de la luz, está dentro de lo que se ve, lo que se vive camina al lado de la vida, no la deja en el día y en la noche, siempre a su lado, en la risa y en la tristeza. A veces, de tan callado lo que se vive, parece que se le hace olvido a la vida, pero no, está ahí, y en cualquier momento se muestra, en una copa de vino, en la penumbra cálida de una caricia, en los dedos mismos que aprietan el dolor, es cuando la vida se detiene un instante y recuerda y es cuando te dicen que adónde te has ido, pensando en las musarañas, nadie lo ve aunque alguien lo sepa y de vez en cuando te lo recuerde con un gesto, una mirada, un silencio. Es la otra vida, la que te trae lágrimas y la que te trae fuerzas de la nada, esa otra vida, irreal, que no está en ninguna parte pero que suele ser la verdadera vida, la que le mueve los hilos a la vida real, la que te eleva y la que te tira por los suelos, la que te abate y te da los impulsos, la que te alimenta y la que te hace añorar los latidos del tiempo de cuando palpitaba el mundo, esa otra vida, lo que se vive, siempre contigo, hasta en los olvidos más desangelados o en los más enaltecidos, la que tiene fechas en tus silencios más tiernos, más dolorosos. Sólo las diosas y los elegidos por las diosas saben de lo que escribo, de la irreal vida, la real  




  
                                                      Quintín Alonso Méndez

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