No quiero la claridad
de los sentidos me ciegue,
no vea más que hacia adentro,
donde tú eres mi mundo
de latidos y versos fervientes.
Afuera, el mundo te recibe con los brazos abiertos,
¡tantos tiempos y lugares mágicos protegiéndote!,
te envuelve en su aura de algas y océanos,
donde acantilados y aves de los edenes,
de valles verdes y árboles frutales,
donde carnales delicias del alma abriéndose.
Cuando me asomo al mundo desde este paisaje agreste,
es para verte y llenarme de la luz que desprendes.
Aquí, en los versos, es el ritual de tu esencia con mis
sueños
La tristeza tiene el nombre perdido,
los sueños desperdigados por desiertos de arena y piedra.
Un poema puede tener la extensión infinita de una palabra.
Ven.
La minúscula partícula de lo interminable.
Espárceme por tus regiones infinitas



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