Cuando la tarde como junco se vence,
la añoranza por verte va tomando el color de las cerezas entre árboles de nubes
grises sobre un océano de azules que se oscurecen como certezas de lo triste, con
llovizna trayendo un aire fresco que estremece la desnudez del sueño, y te
nombro entonces como si fuese un abrazo con racimos de besos antes de que caiga
la noche con su frío interminable
Ven, aunque no vengas ni me leas, pero
ven, entra en el instante del éxtasis, donde te nombra el verso, contémplate,
te perteneces, camínate, en ti se posa el sol, brilla la luna en su esplendor
de noche desnuda, posees el polen de las lujuriosas abejas, la miel de los
sentidos, pétalos de las rosas, de las regiones carnales de tu piel, impúdica mírate,
libre y alada, gozosa, como pájaro de ligera, adéntrate en el océano que de tus
raíces nace y brota y se vierte, ¡ah, olas, belleza, plenitud de la vida,
desnudez del poema!
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