Ninguna
pregunta más cierta que la que no obtiene respuesta
la que no se
pronuncia más que en la hoguera del deseo
no como
pregunta sino incendio
bajo la
lluvia
escrita en
la mirada en la piel del verso
en silencio
la acogen tus ojos
tus manos de
agua
tus labios
entreabriéndose
así deambula
el rumor por el sueño
así la pregunta
me muerde
herida del
agua
vertiéndose
escritura
como de no
besado beso
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Claridades 21 |
Nací sin
saberlo.
Mi infancia
fue vejez,
crecí sin
crecer o descreciéndome,
trepando lo
joven del árbol, cayéndome,
trepando lo
menos joven del árbol, cayéndome,
trepando
abismos sin árboles, cayéndome,
para
levantarme me apoyaba en los hombros de los hormigas,
en las
costillas del miedo.
Después de
siglos, venido de ninguna parte,
errante como
lo huérfano,
me vuelve a
temblar el pulso de las cosas
descendiendo
hacia la costa,
desangrándome
mientras bajo del árbol,
y mirándote desde
lo lejos más cercano
regresa la
certeza
de cuando
niña caminabas por entre mis ruinas
y me decía,
sosteniéndome apenas en las delgadas ramas,
es ella, la
brisa de la belleza
Esas mujeres
a las que amo, ¡cuánto las echo de menos
siendo siglos de solo verlas en los sueños!,
hablo de esas
mujeres perfectas en sus defectos,
imperfectas
en sus virtudes.
Un día es un
siglo eterno,
otro
perfecto redondo vacío.
Esas mujeres
me saben,
y sabias,
hechiceras, me ignoran,
imperfecto
desconocido,
conocedoras
de mis enfermedades enfermas,
nobles y
deshonestas acarician mis afueras,
la
longitud y endeblez de mis versos,
la calma ingenua
que me envuelve y me aleja,
y la vida discurre
por ellas
como la lava
por los edenes del olvido
(música de
piano en el nocturno del océano)
Presto se aventura el día a las posesiones
de océanos y bosques.
Desde muy temprano, de antes del alba,
mi piel se ausenta de mí, el cuerpo de mi cuerpo,
toma alas prestadas y vuela al encuentro de tus ojos,
insignificancia del tiempo, ¡pero, ah, vastedad del
mirarte!,
bosques y océanos, plenitud del instante.
Apenas soplo de la brisa, apenas un silencio que se
desnuda,
infinitas imágenes del polen deshojándose,
infinitos rumores de alados y trémulos roces
me traigo a la escritura
que desnudándose te escribe
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Claridades 18 |
Fuese la
fuente de la piedra,
de la lluvia
más cristalina
cayendo en
furias de golpes de badajo,
fría la
soledad, no el silencio, cálido como pétalo,
fuese así el
desparrame de los versos
salpicando
sobre las
grietas del pergamino,
piel o
desierto extendido sobre la arena,
así fuese lo
que en rueda ha sido
y en su
búsqueda no ha sido,
rueda y
rueda de las trenzas de agua
descendiendo
por las grietas de las laderas,
como fuese
enhebrarme contigo
