lunes, 15 de julio de 2013




Iremos a la playa
por la tardecita
cuando el sol, cansado de su propio peso,
haya dejado de romper piedras
y de morder en las carnes
así, sus latigazos de fuego
más que mordeduras
será aleteos confundidos con la brisa.
Tú le ofrecerás tus labios abiertos de coral,
yo le robaré los versos que te quiera regalar,
en tu sonrisa veré el reflejo de su caída en las aguas
veré los peces nadando en tus ojos,
nidos de colores
carnales entonces los deseos en el regreso
cogidos de la mano
con el aire desnudo deshojando nuestros cuerpos
desbaratándolos   



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