Las ventanas cerradas del cuerpo
La ola tiene la osamenta de la niebla
un esqueleto de agua impenetrable
para el aire
donde el aire se deshace y se hace
piel de algas
trenzas de musgo
invisibles ahí se esconden los
recuerdos
dentro de la espiral de la ola
ola que se hunde en la roca mientras
se alzan brumas de espuma
quejido de la madre ante la pérdida
hartura de luz desbaratándose a cada
golpe de sed
quejido huérfano que trae el tiempo
envuelto en líquidas sedas
impregnadas del olor de la hembra
se rompe en desparrames así se rompe
lo que no regresa
se rompe la ola se desangra la tarde
se ahoga el verso
y se le ha caído una lágrima a la ola
ahí agoniza en la arena
la cobija una gaviota
cuando se convierta en salitre se la
llevará lejos
con sus alas que surcan el océano el
olvido la oscuridad
para que no se vea cómo discurre la
muerte
Quintín Alonso Méndez
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