Las ventanas cerradas del cuerpo
Mi madre corre conmigo por los verdes
prados que no fueron
infancia de vacas de hinojos de un
carro de verga
de regarme a diario para que no se me
murieran los futuros
espacios donde dejarme a solas con
mis ubres con mis mundos
eran los surcos y eran los charcos eran los silencios de mi madre en la cocina
eran los silencios en la noche
zarandeados por el viento contra las
ventanas cerradas
interrumpidos por los silencios más
ruidosos
que como raíces salían de dentro acallados
por los silencios de la ternura pobre
orgullosos éramos y somos
de sabernos débiles junto a los
silencios más débiles
creo que hicimos pactos juramentos
con nuestros silencios
eran las ventanas cerradas eran años que dolían para siempre
no dejaba de traerte heridas de
guerras a casa
tú las curabas y emprendían vuelo
en silencio
o las guardaba en mi caja de hojalata
vacía de sueños
era la tarde cayéndose y éramos
nosotros contando las cuentas
lentamente fuimos pagando las deudas
crecíamos en silencio
le cambiaron el destino a la yerba y
a la leche
“nos vendieron”, refunfuñaba mi
abuela
se abren los caminos por entre los
árboles
eran mágicos como las lechuzas
los minúsculos triunfos sobre las
grandes derrotas
éramos el alborozo de la tristeza
independientes silenciosos en los
cuartos de nuestras lágrimas
y en los cuartos menguantes
siempre lloramos para adentro bebiéndonos
los silencios
le llegué a ver la risa
nunca el llanto
inalcanzable
apenas una vez
fue un roce de aves siniestras
de caídas brutales de universos con
sus catedrales
entonces entendí que la vida se va
antes de tiempo
y me fui sin irme pero huí para
huirme
supe entonces que nunca tendría
adónde ir
que era innecesario alejarse para
estar en ninguna parte
mi madre corre conmigo por los verdes
prados que no fueron
¡con qué triste belleza asciende la
embriaguez
por las paredes resbaladizas de la
tarde ebria!
se sienten en la piel los arañazos de
los violines en la costa
las partículas jugosas de la sed que
muerden al salitre
liberándolo yéndose lejos como se va
todo lo que se ama
Quintín Alonso Méndez
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