Las ventanas cerradas del cuerpo
Mirando desde
la puerta de casa
veo a lo lejos
los umbrales derruidos y veo pespuntes de sombras
entre las
grietas a las que el sol no llega
los mirlos
ennegrecen las ramas
he llegado
tarde adonde varan las sirenas
violines y
flautas se alejan tras las montañas
paso la mano
por la espalda de la arena
donde no se
quedó ningún temblor.
Hay posado
en el aire un sonido débil de tristeza
que irá
cayendo con el peso del horario y se hundirá en las aguas
vencido
llegará a la orilla con el murmullo de la marea en la madrugada
arrastrado
por las corrientes
ahí lo
encontrarán varado al amanecer los pescadores de sirenas
vagará por
esos mares enredado en las redes
lo picoteará
el sol el salitre y los pájaros del mar, los peces que vuelan
el otoño
ayuda a que se hunda en la niebla del silencio
hasta la más
pequeña lámpara de luz
no quedan
voces en la costa
una historia
oculta permanecerá anclada en lo más oscuro del verso
ese verso
que nunca zarpó
Quintín Alonso Méndez
rojo sobre gris, gracias
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