La piel del verso
Estás aquí entre los violines y los acordeones que la marea
hace sonar con sus menudos gestos de
menudas olas negras
entre las letras no escritas pero
sangrantes y desangrándose
así siendo sin estar ¡ay! golondrinas
o acaso libélulas al atardecer
como es destino que sea /¡y hay
suspiros de flautas que desgarran la piel del agua!/
¡la gloriosa injusticia de lo justo!
¡el glorioso y justo grito injusto!
Esta noche he hecho prender el mundo
¡que arda y se consuma!
me desintegro desaparezco en cada
amanecer
es este mismo instante
despeñado
instante
¡cuando tú despiertas y descorres las
cortinas del hoy
para que el día te abrace!
en esos mismos momentos /como si
fueran flores de tu pubis/
yo le rozo con mis más dulces deseos
el polen a los pétalos de la serenada
y te nombro en voz alta te nombro
mágica te reflejas en lo invisible
parece entonces que el cielo se abre
o se abre la tumba
Quintín Alonso Méndez
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