Escriturasfugaces
La
vida que siembra sombras por la siembra
son
las sombras que siembran sombras por la vida
me
dices que quizás sean sombran que siembran vidas por las sombras
como
buenos surcos sembrados con la luna menguante
mi
padre te habría dicho que los surcos nacieron para ser pobres
sanos
en su dentadura de tierra pero escasos para la carne de los sueños
y
que la luna que mengua es luna que ya crece detrás de las montañas
por
aquí desvariadas las cosechas que harapientas y escuálidas
alimentan
el saco sin fondo del hambre
brujas
y locos brujos y locas en el bailadero en las lindes del barranco
con
las hogueras apagadas por culpa de los olvidadizos incendios
no
puedo decirte nada me quitaron del mar me quitaron de los campos
me
quitaron del aire que navega por los océanos me quitaron de la orilla
o
simplemente me quité yo un torpe tropiezo en una enredadera de agua
tan
harto de que mañana sea un día cierto sin futuros y sin recuerdos.
Es
el alzado rostro desnudo ofrecido a la brisa azul que pasa por el sol
al
azul azur que hoy desgrana las pieles de los membrillos por las azoteas
aventurando
otoños interminables en la misma acera
en
la que espero al invierno
asomado
a la tristeza de la barca que se hunde de cansada y de vieja.
¡Ah,
vienen cantando los violines esas fugaces notas
arpegios
que mar adentro se alejan!
Me
dirías que acaso son los quejidos de los barcos que se hundieron
antes
de haber avistado las palomas y las gaviotas de la costa
Quintín Alonso Méndez
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