Escriturasfugaces
Hundo
las manos en las prisiones del silencio
le
sacudo el polvo a las hojas del árbol viejo
que
ya no se mueve/
ahí
se posa el polvo
en
la boca húmeda del salitre posado
camino
los senderos de la mañana quieta
de
la inmóvil terraza del día
recojo
los frutos secos que desgrana
la
noche la impasible noche ajena
frutos
que caen de las negras ramas
que
alborotan horizontales las olas negras
miro
en los ojos de la nada
que
me mira sin mirarme
hundo
las manos en las prisiones del silencio
y
les abro las jaulas a los no regresos
el
polen se esparce y se aleja
busca
su destino de abrazos
le
sonrío no importa si triste
le
sonrío a la ausencia detenida
que
araña el aire/
de
vuelta a casa me acompaña
la
inmóvil terraza de la noche
hablamos
de aquellas tardes
libadas
por las abejas
que
se prendían a los labios
a
los ojos
a
la miel del sexo
hundo
las manos en las prisiones del silencio
Quintín Alonso Méndez
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