Escriturasfugaces
El
frío sacude sus alas sobre un mar lleno de menudas olas negras
miro
desde la alta distancia de la ventana huérfana y veo tus rostros
los
rostros que te he ido descubriendo tu rostro primero
de
palabras verdes saltando como las ranas en los charcos entre las cañas
allí
en el agua del mediodía húmedo brillo que exaltó el musgo en las piedras
dándoles
de regreso ese verdor que había desaparecido en la última esquina
rostro
de vestido blanco de piernas arañadas por las sombras del aire
pero
aquí desde la alta distancia de la ventana huérfana
tu
rostro del amanecer de silenciosa media luna cobijándose en la nuca
justo
en la cadera que se asoma y se esconde mientras en espirales te mueves
con
las menudas olas negras meciéndose murmullos de caracolas en la orilla
solitaria
como
era el roce de un temblor como es esta memoria dibujándote desmemoriada
¡ah
dolor que me dueles! ¡dulce melancolía que desliza el tiempo lo trae viene!
ese
amanecer donde tu pelo negro resbalaba y resbala como lava viva destilándose
y
entonces la miel resbalosa posada como trigales donde las abejas de los sueños
doran
tus cabellos te ponen el sol justo ahí en la gruta de los besos que se vierten
que
desean ser besos suaves libres aguas que respeten el vuelo de tus vuelos libres
¡ah
la miel la penumbra del sol desvistiéndose trémula piel que me lleva al abismo!
pero
tu rostro volviéndose con los ojos cerrados esa sonrisa única del infierno
que
invita al cielo tu rostro desnudo palpitación estremecida de la noche ensueño
pero
tu rostro afilado de la pequeña muerte como risco negro que se alza deseo
aquí
en la alta distancia de la ventana huérfana deseo risco afilado negra la noche
dentro
de tus labios aleteos de pájaros que imposibles aletean entre la encendida boca
y
el estremecido acantilado carnal de tu cuello de tus lechosos pechos
¡ah
esas palomas riscándose por las suaves lomas que invitan al descenso
a
la pérdida irremediable de las agujas cosiendo los destrozos los miedos!
aquí
en la alta distancia de la ventana huérfana viendo todos tus rostros
azules
violetas violines de lluvias libélulas transparentes dentro de la niebla
pero
aquí la voz que me llega sin saber que me habla que no me habla
que
es solo voz que se desparrama por las vertientes arenosas y no me piensa
pero
tu rostro tu otro rostro de la mirada posada en el frío morboso cristal
en
la altiva cama fría del cristal donde se alimentan los besos que no estarán
¡ah
cristales pobres en sangre pensamientos abocados a la penuria del cristal roto!
el
frío sacude sus alas sobre un mar lleno de menudas olas negras
Quintín Alonso Méndez
Muy hermoso
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