poema de «Las cuerdas del violín»
LA HERIDA DE LA NOCHE
Desnudas lunas
negras
azuladas por
el silencio de la noche
se deslizan desde
los ojos de la mujer,
resbalan por
los rumores de sus pechos
y caen astillándose
cristales de arena
en los carnales
muslos desnudos
que
gimientes se abren a la marea,
brillan
mercúricas
diminutas
gotas de sangre
cicatriz
futura del olvido.
dos arcos de
temblorosa y ciega luz
cimbrean la
herida de la noche,
se mecen en
las aristas de las olas.
se enreda el
musgo en los labios
de las desbocadas
bocas
besos
desguazados en el océano
donde la
lava es agua
y es agua el
fuego que arde.
oscuridad adolorida
aquí en lo alto
en la
soledad náufraga de mi noche
Quintín Alonso Méndez
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