De Las cuerdas del violín
Mi bello solitario mediodía de hoy
Indefenso, tan a la intemperie
lo que palpita dentro
extremadamente débil lo que duele,
la voz que escarba en la herida
que no sanará,
llaga en carne viva que crece
acercando la vejez de los ánimos
su lenta indetenible decadencia,
sin defensas lo que se pierde
dolor que se ensancha
como un horizonte
ante el que me derrumbo
bella placidez de la derrota
palpando la vejez
Quintín Alonso Méndez
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