Del libro no escrito
De «Las cuerdas del violín»
«Se acabó el
futuro», leo en la portada del libro no escrito,
avinagradas
las letras que parecen sombras metidas en el agua.
El futuro
son viejos papeles amontonados que no volverán a ser leídos
por estos
ojos cansados venidos de secos territorios
que pierden su
errátil mirada de animal enfermo
en la
vaciedad del paisaje del despedazado tiempo,
ni volverán los
deshechos papeles a ser tocados
por estas
manos vencidas llenas de recuerdos llenos de olvidos,
sonámbulas
en las horas nocturnas.
No hay una
sola palabra que batalle y sepa desandar las páginas,
rastrear por
los surcos encharcados de vacíos,
despertarle
un solo átomo al ánimo del postergado pobre libro.
Es un ámbito
oscuro que planea sobre las hojas envejecidas
que los inviernos
arrastran a los más escondidos silencios.
«Se acabó el
futuro», leo en la última página del libro no escrito,
descuartizado
por implacables zarpas que alimentó el miedo,
la mano
derrumbada sobre los papeles destruidos,
la camisa
rasgada, el pecho abierto, traspasado por la muerte,
desangrándose
sobre los pulverizados escombros del libro,
vieja tierra
rojiza de los desiertos,
nocivo
polvo, desperdicios del libro no escrito
Quintín Alonso Méndez
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