Canto Último
Canto XCVIII
En estos cantos desparramo la sangre que me queda la menta de
los olivos las alas rotas del vuelo la herida del acantilado la madera
astillada las cenizas de mis bosques las orillas de mi isla desparramo el
néctar de lo que se quedó sin fluir las agrias veredas que me transitaron mis
prisiones desparramo el verso que guardo para tus labios la última gota del
canto y aquella primera gota de cuando mis ojos mis ruinas te encontraron y se
estremecieron surgió la yerba de entre las piedras del desierto desde estos
muros viejos deshabitados renqueantes desparramo estos cantos desnudez del
cántaro hebra del pájaro que se hagan nubes los versos para que tus sueños
voladores los toquen que sean brisa de la costa por donde tus ojos navegan cantos
del silencio de las palabras que me arden y se disecan que se vuelquen en tus
paisajes que sean los insectos de tu sonrisa que al menos estos cantos se
endiosen y se crean portadores y llegadores que nazcan y broten y crezcan y los
lleve el ánimo de que un día volarán con tus libélulas aunque sean invisibles
callados como los naufragios que encallan en la costa estos cantos siempre te
buscarán perdidos por la orilla
quintín alonso méndez
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