Canto Último
Canto XCIII
Ligera como pluma como canto de pájaro como lo efímero de lo
que se queda es madrugada contigo como piel como instrumento del canto rama delicada
del suspiro del roce fugaz que apenas es delicado roce oculto deseo del roce blancas
de espuma las crestas de los gallos de las olas brillos estelares de plata en
la noche habitantes de lo que guardan los silencios nombrándote mis
pensamientos carnales caen en las aguas como azules astillas de estrellas
fugaces desangrándose gimen las caderas de la impúdica noche en los húmedos temblores
de la deshojada orilla pétalos que se desprenden de las carnosas flores entrelazadas
con las sirenas del musgo mi dolor no sangra se habita en los corales ¿adónde
voy pobre de mí? ¿tiene fin un abismo? camino por los circulares anillos de la
noche la música se eleva por encima de las inteligentes huellas de los pájaros
que no vuelan que aman las veredas donde las semillas se abren en la sombra
pobre de las cunetas es la humedad lejana de las huertas disecada en las
piedras ¡ay sol que no dejas de arderme en la sed más cierta! Me siento en el
borde de la acera a hablar con los lagartos las abejas en las flores amarillas
de las pencas la luna aún resbalando por la arena espera a que el hilo de la
cometa con la ayuda de los alisios la eleve por los peldaños de la escalera que
desciende al abismo de las alturas donde las estrellas la desesperanza ligera
como pluma como canto de pájaro vuela la paloma del suspiro ¡ay gaviota dile
que no sé querer pero que la quiero! las seis de la tarde se marchan voluptuosas
detrás del vuelo del recuerdo cuando llueva ¿me pensarás? miénteme dime que sí así
la lluvia será dulce y sus golpes inflexibles contra mi soledad serán pedazos
del cielo que no tuve pico del águila que quise tener en los labios para a
dentelladas quitarte todas las hebras de tristeza del fondo de los ojos
miénteme no digas nada acabo de venir de donde no estaba del cercano rincón de
costa donde tus labios me enseñaron el verbo del mar de ahí vengo de donde no
estaba de dejarte estos pobres renglones que se ahogan en un vacío vaso de agua
¡pero ay! ¡saben vivir después de escritos estos renglones después de ahogados!
¡saben acercarse a ti para que siempre te sientas distraídamente amada
protegida! ¡soy dios! siempre te salvaré esta noche bailarás conmigo en la
selva negra de la arena
quintín alonso méndez
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