El ultimo sueño de un viejo
¡Cuántas veces callé
herido por tus palabras, destrozadas las agallas por la edad y por mi mínima
estima, y cuántas más callaré, doliente y herido por tus silencios lejanos,
aunque a veces, muchas veces, sienta lástima, más lástima de mí al suplicarte
un simple pero comprometedor beso de papel!
Me inventaré que fuimos
eternidad de un instante, de un instante inventado, que me llamabas a que te
ajustara el sujetador, a que sin decírmelo, me invitabas a que te rozara los
hombros, los besara, respirara despacio, agitadamente despacio, envolviéndome
en él, en tu olor dulce y embriagador de hembra, de mujer única, para así quedármelo
e irme muriendo envuelto en él, me inventaré que me llamabas y te dijera si me
gustabas más con el vestido azul de seis botones, adherido al musgo de tu piel,
o la falda entreabierta por la que subían las algas de tus muslos, me invitabas
a que me sintiera niño, universal, astral, trémulamente poderoso al sentir tus
temblores, tu raíz, tu gemido húmedo de bruja. Todo eso me inventé para que me
acompañe ahora en el derrumbe. Me inventé el instante, y eso me inventaré, que
me inventaré el instante. ¿Y por qué tan alejado, tan inoportuno, tan fuera del
tiempo y del espacio, «con la distancia que endurece», sentiré que me sentí
siempre en ti, y que ahora mismo, en el derrumbe de la escritura me estremece
tu probable beso de lo que no será?
Siempre tendré un momento,
después del ritual del insomnio y después del diario ritual de la ducha y el afeitado --no deseo raspar tu suave piel del melocotón--,
durante la vigilia del día, y antes de volver a introducirme en el ritual del
insomnio, para sentarme frente a la luz del paisaje y pensarte, verte corretear
por entre las nubes, caminar por verdes y tupidas veredas de ríos, de
barrancos, que te llevarán a santuarios, ascender y descender montañas,
explorar plácidos valles trenzando las flores silvestres entre tus dedos.
Sentado ahí, donde tú sabes, esperando la hora de empezar a caminar el camino,
¡ah, camino inmóvil, que me llevará a la negrura definitiva! Cada día moriré y
no me importará, porque cada día tendré ese pequeño espacio en el tiempo,
pequeñez de tiempo en el espacio, para pensarte, instante infinito lleno de
infinitos instantes a lo largo del día. Por el clima sabré de ti. Me apropiaré
de cualquier dolor, por mínimo que sea, que pretenda acercarse a ti. No dejaré
que ni siquiera te roce el roce de una pesadumbre.
No dejaré huellas en el
mar de nubes, en ningún mar. ¿Por qué la mentira es tan absoluta en la esfera
de su mentira, y por qué no la verdad, tan resbaladizamente relativa, es tan
mentira la mentira, que es verdad absoluta? ¿Tanto nos tememos, tanto tememos amarnos? ¿Tanto nos
mentimos a nosotros mismos? Perdón, ¿tanto me miento, me mentiré? ¿Por qué ese
miedo a la verdad absoluta, por qué rehuirla y no aceptarla, así como a la
absoluta mentira, por qué esa cobarde tolerancia ante la verdad, esos
requiebros ante el espejo, si la verdad es a medias, compasivamente a medias?
¿Somos capaces de la mentira absoluta, pero no de la absoluta verdad? Dentro y
fuera de la escritura, tuve, tengo y tendré una gran verdad, amar y amarte sin
ser amado. Es más, jamás creí ni creeré en ser amado. Nunca. Y ahora, en este
presente que ya es territorio del derrumbe, eso me dice la escritura, la
taciturna escritura en el desierto, insoportable en la escritura, arisco, agresivo conmigo
mismo, con las palabras, con los vacíos de las palabras, con sus oscurantismos,
borrándoseme los hilos que desean deslizarse y desparramarse por los renglones,
palabras que se me escapan y muchas que se me van para no regresar, la
sensación es limpia, pura, limpiamente vacía, soy lo que no dejaré de ser, derrumbe.
Seré la pura y pulcra exacta expresión del derrumbe. Callado y despellejado y echado a un lado
derrumbe. Rodeado de espacios vacíos y mundos intolerantes, de mundos vacíos y
espacios intolerantes. Me alejaré de todo tipo de pensamiento. Pensar es
justificarse. No pensaré. Dejaré que viaje por mi mente lo que quiera viajar,
sin importunar ese viaje. Cada vez serán más silencios espaciados en la cada
vez más sonámbula, desbrozada escritura. El mundo, cada vez más lleno de prisiones
contra la libertad, cada vez más prisiones particulares, íntimas, mutiladoras,
encubridoras, pero al tiempo agresivas, exterminadoras, celosas de las
libertades ajenas, fracasada especie humana. Perdón, fracasado yo. Y los que
aman o tienen nostalgias de cuando existía el amor, penélopes tejiendo y
destejiendo, se van a la plaza, se sientan bajo un árbol, en un banco de
piedra, que el mundo se acaba y se acaban las palomas. Ahí se quedarán las
plazas de mis entornos y mis adentros, sin árboles, sin palomas, rotos los
bancos, carcomidos por la sed del tiempo y el efecto del ventoso tiempo, vacíos
testimonios de lo que no hubo, queriéndote infinito.
Quintín Alonso Méndez
"Jamás creí ni creeré en ser amado..."....palabras que no son justas porque te ofrecí mi vida buscando luz, buscando que en nuestros relojes fuese la misma hora... Ahora te hablo de prudencia y tú me hablas de dolor, ahora me dejas claro que te desangras por mi culpa cuando durante años yo aprendí a lamer mis heridas en penumbra y a escondidas...no es reproche, es realidad...una realidad tan real como la que viví cuando no sabía escoger qué pendientes usar y me complacia que tu sonrisa los eligiese por mi...
ResponderEliminar"Jamás creí ni creeré en ser amado..."....palabras que no son justas porque te ofrecí mi vida buscando luz, buscando que en nuestros relojes fuese la misma hora... Ahora te hablo de prudencia y tú me hablas de dolor, ahora me dejas claro que te desangras por mi culpa cuando durante años yo aprendí a lamer mis heridas en penumbra y a escondidas...no es reproche, es realidad...una realidad tan real como la que viví cuando no sabía escoger qué pendientes usar y me complacia que tu sonrisa los eligiese por mi...
ResponderEliminarUn hilo invisible los unió desde el principio.
ResponderEliminarDisculpa el retraso. Hubiese deseado llegar antes .
ResponderEliminar