Las ventanas cerradas del cuerpo
Mis plantas no son exuberantes ni de
la piel más carnosa
no son de seda los pétalos de sus
flores
la tierra late callada como
muerta en las macetas
pero ahí nacen y crecen
las plantas que los pájaros me van
dejando
a diario les hablo las palpo cuido
de su humedad
les quito las hojas secas
las protejo del viento de los aguaceros
me prolongo en ellas en sus silencios frágiles y cuidadosos
regados por el rocío besados por la luz del alba
a diario me cobijo en su compañía me traen el sol
me alcanzan la luna me suavizan las nostalgias
y por las noches
cuando los fantasmas muerden en el insomnio
protegen la casa
las ausencias que habitan la casa
Quintín Alonso Méndez
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