Viernes 16 de enero a las 20.00 horas
El edén de Salomé
Desde de la más callada y remota
esquina de los recuerdos,
salta un latigazo de luz que muerde y
ciega, hundiéndose la tarde.
Viene a arañar los ojos, a traerme
justo esa imagen, ese salto perfecto
al vacío, al dolor más vacío, más sin
pertenencias, más dolor renacido,
cómo decírtelo, más cierto, vivo en
carne viva, puro dolor que mata,
¡cuántas veces me he apoyado en el
árbol de la soledad,
sabiendo que no hay más árboles en mi
camino!,
alrededor zumban risas, palabras,
caricias, juegos de seducción,
y el horizonte me devuelve en
silencio lo que le he dado: nada.
Basta un soplo en el cristal para que
se resquebraje el mundo,
se rompa el puente de un estallido,
se desvanezcan los futuros,
basta un no de la impotencia o del
orgullo o del miedo o de la rabia,
para que el sí de las uvas se
desangre, se desangren las veredas.
Desde la más callada y remota esquina
de los recuerdos,
viene la muerte, ¡lo que era la
vida!, a buscarme
(del «Edén de Salomé»)
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