martes, 9 de diciembre de 2014




De «Últimas notas»

nueve de diciembre

Hoy es el día en que la isla se desprendió de la tierra,
su cordón umbilical ha sido cortado por tijeras de labios,
un soplo de olvido metido en un gesto oscuro, de espaldas,
y luego un incendio violáceo la incendió, la hizo cenizas de nube.
Desapareció como desaparecen las cosas inútiles, los sueños,
los satélites del sol, y así, entre brumas, se borró un mundo,
un mundo diminuto que no debió nacer, que no nació, isla falsa,
sin mar, sin orillas desde donde partir o en donde embarrancar.
Hoy le cerré la ventana a los paisajes horizontales, pintados de vuelos,
solitarios, paisajes que nunca quisieron anidar, sellada la puerta,           
ninguna mano, ninguna voz podrá encontrarla, abrirla, incendiarla.
Cerrada la ventana del adiós.
Desparramada en el aire la arena de la última playa,
se secan las palabras, mueren antes de ser escritas,
están muertas cuando se posan en el papel, mariposas sin luz,
naves solitarias que no supieron navegar, huérfanas de vida,
ahí se quedan, esparcidas en la misma tierra estéril
que las vieron nacer, sin ningún recuerdo que las sacuda,
sin ninguna tormenta a las que agarrarse y desaparecer.
Hoy le cerré la ventana a la brisa que golpea y muerde,
sellada la puerta con las maderas carcomidas de la noche más oscura.
Ya no admito intrusos que me espanten la soledad

  

                         Quintín Alonso Méndez

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