De «Últimas notas»
La presencia
En el paisaje nocturno, ancho,
latente y latiente,
habita demoledor el
cementerio de las ausencias
con sus negros y afilados árboles,
rectos como un fugaz gesto,
que hincan su hacha de aire en el desperdigado y negro aire,
escondidos en la penetrante oscuridad, en
donde se siente
alzarse la respiración presa de
su humedad profunda
de bajoEn tierra, un corazón muertovivo en cada silencio,
de raíces que ascienden por
la húmeda y vertical brisa
que viene arrastrándose desde
el rasposo murmullo de mar,
árboles sin la materia, fríos, oscuros
de transparentes,
sus inexistentes hojas danzan en
vaivenes de ramas secas,
saladas, son
cenizas los pájaros de la noche
que con sus picos arañan en
los ojos,
las veredas laten ocultas
bajo las capas negras de la soledad,
una insinuante serpiente de
espuma blanca en la costa,
con una botella sin mensaje dentro en la abierta boca,
separa los dos mundos, ese
muro que aísla, advierte,
enseña las oxidadas cadenas y señala las tumbas
entre las agrietadas piedras,
donde las ausencias son los
únicos seres vivos
que palpitan sobre el olvido de la deshabitada tierra,
en el paisaje nocturno, donde
de árbol en árbol,
áureos, brillan
como insectos las tristezas
Quintín Alonso Méndez
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