Canto Último
Canto LXXVIII
¿Cómo decirte que los pájaros de mis labios buscan los labios
de tus pájaros? Hace frío en la azotea, noche de luna nueva con el cielo encapotado
por espesas nubes, un aire fresco que viene de la costa, que me llama y me
atrae, la estrella de mar brilla en el charco como promesa de otro mundo. Palabras
que no encuentro para ofrecértelas, que sean cestas rebosando frutas, que sean
los licores de la ebriedad, la dulzura de un sueño. Mientras la camino, logro
evitar un agujero de la noche, lo rodeo y le sonrío a la brisa bañada de
salitre, diciendo tu nombre: significa que me estás pensando, me has advertido
del peligro, has logrado que me detenga ante el abismo irremediable y lo
esquive. Me salvas a diario. Así forjo las columnas de mi tiempo, con mis
inventos de cometas y galaxias. Pensándote. En la oscuridad, el agua es más
fría. Y pienso en el verso que leí en tus ojos, hoy el día es un regalo. Desde la azotea miro hacia el norte, donde
tu risa brilla como una felicidad sin orígenes ni destinos
quintín alonso méndez
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