Canto Último
Canto LXVI
La música en la cuna de la orilla
olas mansas como pérdidas se mecen en el péndulo de la
nostalgia
el vaivén de tu voz ausente me llega y se aleja y me llega
ondulándose con un sabor dulce de tristeza
como si toda ternura invitara a la lágrima
y toda hilacha de luz proviniera del océano de tus ojos
horario de penumbra que no se sabe si va a la noche o al día
busco verte y me asaltan los cocodrilos de los recuerdos
las fosas que he cavado y las tumbas en que me he enterrado
me alejo para que el tiempo ponga la niebla justa que mis
ojos no traspasen
ya no subo a los tejados como antes a verte como mariposa
con tu vestido blanco cruzando el puente
era el reloj de la mediatarde sonaban campanas de agua
de lluvias calmas sobrevolando los campos áridos de mis
adentros
si supieras cómo bajaba los peldaños con qué pesadez de
silencio
para irme a mis silencios encerrados
como preso de mi mala sombra bajando a mi calabozo
ah entonces el canto del romanticismo explayándose por la
humedad de las paredes
ah entonces te inventaba te ponía nombre de voladora te traía
al verso
en plena noche oía cómo tu sueño se abría
como una flor de madrugada
ahora te escribo esto nada más que para tenerte unos
instantes a mi lado
quintín alonso méndez
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