La piel del verso
Cierra los ojos el dios del sueño cubierto
por el abismo del horizonte
caminan por el oscuro sendero solitario
que la luna nueva abre como surco en el mar
cuerpos que no tuvieron destino y con
las mentes amordazadas bajo el agua
inexorables vienen a llevarme lejos
del mundo en el que no he estado
cierra los ojos el dios del sueño y abatidas las espigas del
sol son cenizas en el agua
en la boca voraz de la noche cae todo
lo débil y es donde todo vuelo se hunde
la lava se hace roca los silencios
son peces petrificados y las palabras ah las palabras
ya no tienen el instinto dañino del
ensueño los perfiles jóvenes de las querencias
las moléculas del agua y la sed el
propósito de la unidad del encuentro
ya cada paso hiere la huella cada
mirada que solo mirar ya busca en la espesura
la materia que palpita lejanía tan
próxima que arde que es mástil firme
frente a los vientos de las tormentas
hora a hora como un tormento interminable
sigue el curso de lo que no tiene
pérdida como arado rumbo al Universo de la nada
cierra los ojos el dios de los sueños
llevado por la corriente como desbandada de pájaros
por los anchos cauces de las cobardes
renuncias estrechos los hilos por donde aún
lentamente se abre paso la sangre
terquedad de lo irremediable miedo cadavérico
de lo perdido grito que la noche
devora como a un insecto y lo hace muro de piedra
ante el mundo águila invisible de
cristal cae al agua como un desgarro planetario del aire
no veo no veo nada en la oscuridad
cierra los ojos el dios de lo eterno ya me duermo
quintín alonso méndez
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