La piel del verso
Con qué delicadeza de ave ha pasado
la tormenta
un roce sutil de lo eterno rozando la
piel del océano
roce de ala de promesa de lluvia
desplegándose por el verde de la tierra
ya se la barruntaba acercarse
resbalando por la baranda del horizonte
lámina oscura de mar entre el cielo
cubierto y la tierra polvoreada de incienso
caminando descalza por una noche
ciega extrañamente quieta
se anunciaba a su paso hacia el
oriente con lejanos relámpagos y rayos
con silencio de labios cerrados solo
la respiración de los parpadeos
brillos metálicos puramente puros de
blancos resplandores
y quebradizas ramas de plata
iluminando las formas fantasmales con
cuerpo de las nubes gruesas
algunos gemidos roncos de los
relámpagos y los rayos alejándose
mientras clareaba con una delicadeza
exultante y lujuriosa delicadamente azul
se posó erguido como elegante pájaro
de plumaje de colores el arcoiris sobre las aguas
delicada fiesta de arco de luz en los
ojos húmedos de la tímida pálida brisa
cerraba con delicadeza las puertas y
las ventanas para luego dejarse caer como lluvia
primero como seda de gotas esféricas limpiando
el polvo del aire ceniciento
derrumbándose después como apasionada
agua impetuosa desnuda y exuberante
para repentina desvanecerse
extraña quietud azulándose
esparciendo el polen de la luz
fugaz paso de todos los sentimientos
inmersos en el instante de un quejido
llevándose en sus alas transparentes
ya invisibles y remotas y más alejándose
el sueño el último sueño
quintín alonso méndez
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