viernes, 6 de junio de 2014




En la tarde


Se asomó a un silencio con lágrimas ocultas, en donde antes era la ventana que recibía la luz. Se asomó y permaneció en silencio, quizás a la espera de que las lágrimas dejaran de existir y la ventana se abriera y fuera un saludo con la mano abierta. La tarde quieta en su sopor. Las lágrimas caían sobre la mesa de cristal, imágenes que se clavaban rasgando el tiempo, un silencioso «que seas muy feliz» atravesó la vida, matándola, cayó sobre la página, pálida como una lápida, escribiéndose, azules volaron las cenizas. Goteaban sangre los segundos, desangrada, transparente como es la nada que le corresponde a la nada. Cada segundo era un golpe seco de silencio, infinitas imágenes metidas en aquellos instantes. Fue un tiempo leve, infinito en su hondura callada. En silencio se fue, a su buen sitio, en donde la vida palpita incesante, aquí se quedaron los olvidos, como son las derrotas. No se apagó la luz, sólo se fue a otra parte. No existe la ventana. Un ángel azul vuela en la noche



                                                        Quintín Alonso Méndez

No hay comentarios:

Publicar un comentario