Cada día
La vida es una sombra, la luz es lo
que se quiere vivir.
Días que desaparecen sin dejar rastro,
hasta los más amables se van al
olvido de las sombras.
Siempre la sensación de que la luz
rodea al tiempo
sin tocarlo, que delicada y sorprendente
de dulce
lo envuelve, le muestra su desnudez
promisoria,
sus racimos repletos de besos y uvas,
pero permanece a la distancia justa
de lo lejano,
intocable, inaccesible para estos
días en la sombra
que corren despacio y no se detienen.
La luz es una fortaleza inexpugnable
para la sombra,
que débil se deshace en la frontera
de la húmeda distancia.
Una vez, un relampagueo de luz
distinta
simuló una grieta en la muralla,
espejismo provocado por la fiebre
enloquecida de la sombra.
La caída de la tarde, cada día se
lleva la luz a su alcoba
y la sombra a su lecho viciado de
nostalgias.
Cuando amanece, otro día que amenaza con
derrumbarse,
la vida es una sombra y la luz es lo que
se quiere vivir
Quintín Alonso Méndez
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