El encuentro
Cuando lo daba por olvidado
y también por perdido,
vino a verme,
viejo, cansado,
con arrugas metidas en la mirada,
tiras de piel seca donde tuvo cuerpo.
Viéndolo moverse,
arrastrando los pasos y los gestos,
debía convenir que la tristeza es un
dolor
con síntomas de empeoramiento.
Bebimos té con leche en la terraza
del amanecer,
masticamos hinojo con las encías sin
dientes,
los pájaros hacían ramas por los
zarzales,
tocamos lo que ya no está,
y sin nombrarlos,
asomaron aquellos besos.
Al irse, yéndose el día,
enfilando el estrecho sendero,
lentamente se volvió,
«te has encontrado demasiado tarde»,
me dijo, y lentamente
diluyéndose
desapareció por el sendero
Quintín Alonso Méndez
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