Otro golpe
de viento y los versos que nacen
son obligados
a volar, aunque antes quisiesen caminar,
adentrarse por
tus regiones de labios. O es golpe de lo que late.
Precipitado
desmán de la lujuria, antes ha de suceder el aprendizaje de las palabras,
llámalo
silencio, llámalo voz, pero no lo llames, no despiertes su hambre y su sed
más de lo
que ya lo despiertan los rumores que vienen del mar.
Sucesión de
golpes de lo que late, como de olas, de campanas bajo el agua,
contra tu
carnosidad que me llama.
O no me
llama, sea silencio o sea voz, y solo son los versos,
que nada más
nacer y ya saberte arden en hogueras,
confusos se
confunden de puerta, de tálamo, de primavera,
del tiempo
que discurre por este tiempo.
No los
temas, solo son versos que deben aprender a caminar
antes de prenderse
e incendiarios emprender vuelo y prenderte.
(Pero el
viento no conoce el verbo de la espera)
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