El libro abierto de las Cabañuelas me muestra páginas de año
pálido,
pinceladas norteñas de alas grises rasgando azules pálidos,
el brillo mineral de un año que no viene, se aleja, como un
desprenderse
del agua de la materia, vientos polvorientos y grises, de soledades
o desiertos
en aprendizajes de vuelos, palideces como sábanas incrédulas
o débiles
tendidas al sol dentro de una niebla de ensoñaciones, como si
caricias quisiesen.
Murmullos de páginas movidas por los silencios, de nidos meciéndose
en las nubes,
oleajes desperdigados como árboles en el camino que no se
detiene,
esporádicos verdes besados por pálidas y gruesas lluvias, o
como si naciesen besos
y se arroparan íntimos dentro del agua. Arderá sol en fiebres,
arderá el aire,
arderá el océano, arderá el latido de entre la ruinas y las
cenizas. Arderá la luz,
vertiéndose,
en la secura del tiempo, en el humedal de los sueños. Arderá
el encuentro
de los besos con los besos. Donde la encendida palidez se
guarece
21-9-2021
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