La piel del verso
La noche está llena de lóbregos pasadizos
de ninguno de ellos se regresa
hay que mantener el pulso firme del
compás
la órbita lunar del cuerpo con la
mente
para que ausente permanezca el rostro
del equilibrio
pero son los ciegos pasadizos de los
días
los que llevan al destierro de los
pasadizos nocturnos
es cuando en las horas oscuras del
arco del paisaje sin sol
los pensamientos se debilitan
se asemejan a criaturas indefensas
perdidas en el bosque más inhóspito y
espeso
así seducen a las enfermas nostalgias
de los sentidos
peligra entonces el monótono péndulo
del tiempo
se abren grietas en el falso muro de
los miedos
por donde se desliza el agua
resbalando sinuosa como agoreras
serpientes
¡alerta! entonces se despliega la
fugaz estrella que invita a la locura
al secuestro de las esquinas que
protegen los órdenes de los ordenados destinos
a esquivar los pasadizos
salir al otro lado
donde tú secuestrada con los ojos del
espanto
y donde yo quisiera liberarte
Quintín Alonso Méndez
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