Escriturasfugaces
El
ladrido del perro le rasga el vestido a la luna
de
sus aruñadas venas blancas cae la serenada
sobre
el pasto oscuro de vacío de la azotea de casa
y
cae más allá sobre la yerba que acunan los grillos
donde
una vez un sueño también tuvo alas
el
agosto quema la sed y mata las palabras
desnuda
sangrante
resbala
la luna por la seda violácea de la noche
sus
lágrimas tejen libélulas de plata
en
mis ojos nacen y mueren los silencios sin imágenes
Quintín Alonso Méndez
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