Deseo inútil
Para olvidarte, me olvidé de mi
persona. Ahí la dejé tirada, revolcándose en sus miedos, en sus insomnios, en
sus lastimosas y cobardes tristezas. Nadie es más poca cosa que yo. Dejé de
hablarme, de aguantar mis penosos lamentos, de oírme mis propias palabras,
continuos y falsos funerales, sin flores, sin tumbas, le corté las alas a la
memoria. Dejé de escribirme cartas, poemas absurdos sin destinatario ni destino.
Dejé que lo días fueran haciendo su paciente labor de deterioro, que los gusanos
hijos de lo que se muere me fueran habitando. Con mis propias manos, sin miramientos,
me arranqué los sueños, cavé en la tierra, los enterré desangrándose, aún palpitando
ingenuos. Le borré las huellas a todos los caminos de vuelta, incendié los puntos
cardinales, sus cenizas tomaron formas de pájaros negros, sin ojos. Me fui de mí.
Para que me olvides, me hago olvido
Quintín Alonso Méndez
eledendesalome.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario