Viaje interminable 077
No sé conjugar el irreflexivo verbo querer,
pero me conozco cada rama del verbo amar,
sus inclinaciones, el cobijo verdeado de cada hoja,
sus soledades de otoño, su rugosa textura de árbol.
Entonces,
cuando el atardecer se abriga los desprevenidos hombros
desnudos
y entra en casa cobijándose en abrazo, muralla contra el
frío,
como si en el rincón de la penumbra se prendiera lumbre
en artilugios de la débil luz con las sombras,
pienso en ti.
Como si la tristeza no quisiera doler, cortinaje delicado
aleja la frialdad de la ventana, crea ondas cálidas en la
quietud
y una ternura habitada roza la vejez de mis manos,
me lleva a la escritura, como si escribirte me viviera
quintín alonso méndez
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