Viaje interminable (49)
aletargados tiempos en que las
palabras yacen dormidas, con peso en los huesos de plomo del opio, grises
venidos con el frío norteño agitan los verdes musgosos, meciendo la quietud como
de lejanos sueños, no abren los ojos, permanecen las palabras en el letargo de
un tiempo vencido, el frío muerde, será tarde en que el verso se alce como
caracol que emerge de entre la yerba subiendo a la piedra, grisada tarde donde
la soledad y el vino se acompañan, tejiendo un melancólico poema (me levanto y le
abro las alas a la ventana, que entren todos los cantos que no encuentran
cobijo de la lluvia, que me inunden el rostro las húmedas hebras de agua, de
calideces desabrigadas, y que ardan en su tenue llama las palabras dormidas que
yacen al pie de la página, caen las cenizas en el adiós del atardecer, derrumbe
sin consecuencias, mañana volverá a salir el sol, sea oscuridad sea el
resplandor, todo es ajeno, y es más viento, más tiempo de distancias, nada que
perturbe lo establecido, lo de común acuerdo acordado, la brisa del mar, tus
ojos)
quintín alonso méndez
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