La piel del verso
La tarde viene de un dolor triste
que ya la mañana aventuraba con sus
gruesos grises
morderme los labios y así con ellos
heridos hacia adentro
posarlos en la piel de la rosa en el
polvo sediento de la piedra
pasar la mano por el barro áspero de
la jarra de vino
y hacerle caso al destino sentarme de
nuevo en el mismo instante
de aquellos tiempos de cuando por
allá mi altura no alcanzaba
a los libros de la estantería
entonces desde la puerta los miraba
eran inalcanzables como las musarañas
del techo
goteo del tiempo que esta tarde está
tan lejos de la lluvia
solo rumor y rumor de marea
ascendiendo
por entre las cañadas estrechas de
los cayados de la costa
con un azul magnífico que se desliza
como seda por el aire
ahora el sol da en la maceta de los
geranios y eso me entretiene
la miel dorada del sol que le
devuelve tibieza a la memoria
verde a las hojas el color de la
ceniza a las viejas tristezas
han cerrados las plazas con los
cristales rotos de los versos no escritos
a mi alrededor las presencias se
ausentaron sin haber estado
el silencio tiene pájaros allá afuera
/ aquí dentro todo es un nada que me aturde
solo rumor y rumor de marea
ascendiendo por donde descienden las horas
y donde cada día le brota un cansancio al
cuerpo
se deshojan los recuerdos me miro no
me veo
el árbol de la vida se va quedando en
los huesos
Quintín Alonso Méndez
Tú lo quisiste así. Disfrútalo ahora y no te lamentes.
ResponderEliminarLas heridas cuando más duelen es cuando están cicatrizando. Pero se cerrarán.
ResponderEliminarPor cierto, me gusta mucho como escribes y algunas veces visito ésta página. No dejes de hacerlo.
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