La piel del verso
Días con la piel envuelta en la
niebla más húmeda
más lejana
envolviendo la cáscara de mi ser
hueco despojado
cáscara de nuez en un charco
días envueltos en la piel de la
cebolla
como si la neblina midiera la profundidad
de lo inmedible
presintiendo la presencia del
silencio en la hondura
la habitabilidad del vacío
el latido de la piel resbaladiza
en el párpado indecente de la flor
Donde en un relampagueo hubo formas y
medidas
ahora todo es extensión ciega
ahogo de la luz
y qué mansa la tarde que no aspira a
nada
la quieta arboleda más allá del muro
de piedra
ya no recuerdo si alguna vez por aquí
bulló el pájaro de la brisa
es así
graznido de la rama
eternizada presencia del aire que
silencioso me habla
me dejo ir sin encuentros por la piel
de las dejancias
ah, esa piel de la uva
tantos siglos sin que mis labios la
besen
Días con la piel arremolinada en las
trenzas del vacío
donde el clima pertenece al territorio
de las cobardes perezas
para este momento he nacido
para palparle el agua al desierto de
mis destinos
y para aquí besarte tan alejado de mí
mismo
Quintín Alonso Méndez
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