La delicada sombra mágicamente cálida de la música de mar en
la arena,
astillada en emociones de doradas hebras como de la miel
destilándose
en el vientre del poema que se descubre y anhela,
resbala dulce por entre los muslos del mármol del fuego pulidos
por olas negras,
por la piel de arenosos cafetales de sabores ebrios del edén que
áurea brilla y se abre,
vierte húmeda espuma de salitre que susurra el nombre
innombrable
porque los deseos más oscuros y lujuriosos no se nombran, se
muerden, se beben,
se desguazan, se rearman, se entregan desnudos a la noche que
te posee y te llama,
suavemente meciéndose el musgo verde del pecado, oscuro de
indecente
en la orilla, como caricias de gaviotas con la brisa azul regresando
y alejándose con aladas alas de luz, de tristezas dulces evocándote,
de sintiendo el sueño latir entre las rocas, en la piel
cálida de la arena,
como si tu cuerpo, ¡ah, virtud del deseo!, arrullado por
música de mar
en desnuda, impura placidez abierto al poema, ¡como si
estuviera!
quintín alonso méndez



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