jorge garcía
Para mi
infancia era la calle de la Recova,
la húmeda
musgosidad. El frío adherido a la piedra,
como el
silencio a la soledad,
fantasmales
mujeres con la vida arrebatada cubiertas de negro,
con el
rosario en la mano a la misa del alba,
se reflejaba
la tristeza del tiempo en las lisas paredes heladas
de las
casas, los puestos de las flores eran las ternuras
y las
inocencias amputadas, gris el amanecer, gris el sol,
gris y
silencioso el miedo que usurpaba el aire, pero una esperanza oculta
palpitaba
por todas partes, también era infancia de charcos y arados,
de dátiles y
olas. Era la calle de la Recova, por donde los corazones se atrevían.
Hoy vaga
errante por ella una infancia perdida, un amor eterno,
se palpa en
la luz del aire que late, en las nuevas miradas antiguas que se encuentran,
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