Viaje interminable (104)
Con la
suavidad y la belleza de un santuario profano,
este día se
abre en flor de carnosa sensualidad,
espinas en
la ternura, la más pura y exquisita gota de miel
en la eterna
herida que horadó la seda.
No puede ser
ausencia del oceánico rumor,
el roce de
los labios deshaciéndose en el aire,
como trémulos
pájaros habitándose en la piel,
como memoria,
como incesante flujo de la raíz más profunda,
no puede ser
ausencia lo que se expande en polen inmortal.
Con la cósmica
suavidad del amor infinito cae la lágrima en el verso
quintín alonso méndez
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