¡ah!, pero cuando
se produce ese instante frágil,
ese
estallido de luz en el hueso del pecho liberándose del cuerpo,
esparce toda
la primavera de las flores por la niebla gris del misterioso océano.
Por encanto,
desaparece el pensamiento.
En ese
momento, el timón son las manos sin peso, desplegadas como alas,
recibiendo la
intensa lluvia de salitre bajo el sol de las violetas.
Surgen los
acantilados como grandiosos árboles de negra piedra
donde los
abundantes frutos de prometida isla del desconocido regreso.
La
existencia no es otra cosa. Es llamada de la esencia del Cosmos.
No se sabe a
ciencia cierta del origen del hálito, de lo inalcanzable.
Nada pervive
más allá del presente. ¡Ah!, nunca se piensa en el naufragio,
solo se
admite la derrota en el éxtasis
Quiero ser
el otro, el que no ha sido.
Ya ha sido
el que no fui
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