lunes, 10 de septiembre de 2018


El árbol seco del camino (47)



XLVII

El eco de un vacío errante regurgita en la espuma de la ola
clamor airado del salitre hace viento esparce cenizas
como diablos de cristal muerden sus espigas plateadas
voz rota de atardecer se acerca a lo temprano del irse
veloz pájaro azul pulso fugaz pasó por los sueños el verano
las huellas son tristes cuando oscurece y es gris el paisaje
quedan sombras marchitándose en el musgo
ahí muerta entre las rocas la sonrisa que no floreció
dónde se refugia la dulzura cuando llega el otoño si no tiene casa
yo te lo digo: se encuentra con el abandono que tampoco tiene casa
crecen en el frío deshuesándose y ahí van sonámbulas por el tiempo
no conocen el lenguaje de la palabra no van más allá del horizonte
pero tienen el rincón de la soledad para habitarse y compartirte
  
quintín alonso méndez


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