El árbol seco del camino (47)
XLVII
El eco de un vacío errante regurgita
en la espuma de la ola
clamor airado del salitre hace viento
esparce cenizas
como diablos de cristal muerden sus
espigas plateadas
voz rota de atardecer se acerca a lo
temprano del irse
veloz pájaro azul pulso fugaz pasó
por los sueños el verano
las huellas son tristes cuando
oscurece y es gris el paisaje
quedan sombras marchitándose en el
musgo
ahí muerta entre las rocas la sonrisa
que no floreció
dónde se refugia la dulzura cuando
llega el otoño si no tiene casa
yo te lo digo: se encuentra con el
abandono que tampoco tiene casa
crecen en el frío deshuesándose y ahí
van sonámbulas por el tiempo
no conocen el lenguaje de la palabra no van más allá del
horizonte
pero tienen el rincón de la soledad para habitarse y
compartirte
quintín alonso méndez
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