De «Últimas notas»
La locura
Me asusta que el verso me reviente en la boca,
como las granadas que revientan en el
granado y lo visten de sangre,
pero ha de explotarme el verso en los labios,
parirme mariposas negras o gusanos de seda, despedazarme,
sólo importa que el verso se arme de batalla, de espadas en
las palabras,
se arme del valor suficiente que nunca tuve, que perdí
entreguerras,
aquellas guerras que eran tan insignificantes que un beso
podía partirlas en dos,
en dos atmósferas invisibles que no han dejado de morder la
costura de la piel.
Me encamino a la nada perfecta, y ya no espero que entre
brisa por la ventana.
La pereza alargada de la muralla en el horizonte me dice que
viene el viento,
¿a qué viene, a terminar de tirar lo que nunca se tuvo en
pie? Pues ven locura,
ven, deja de darle vueltas al jardín donde nunca se abrió una
flor, ven, entra,
poséeme absoluta, deja ya de jugar a dejarle una rendija a la
promesa del sol.
No queda apenas tiempo más que para despedirse de lo que
nunca estuvo.
No me defraudes tú también, locura, alójate, ocúpame todo,
desaparéceme
Quintín Alonso Méndez
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