La otra vida
En lo irreal de la vida real, está lo
que se vive, afuera está la luz y están los grises, lo que palpita, la raíz, el
motivo de la luz, está dentro de lo que se ve, lo que se vive camina al lado de
la vida, no la deja en el día y en la noche, siempre a su lado, en la risa y en
la tristeza. A veces, de tan callado lo que se vive, parece que se le hace
olvido a la vida, pero no, está ahí, y en cualquier momento se muestra, en una copa
de vino, en la penumbra cálida de una caricia, en los dedos mismos que aprietan
el dolor, es cuando la vida se detiene un instante y recuerda y es cuando te dicen
que adónde te has ido, pensando en las musarañas, nadie lo ve aunque alguien lo
sepa y de vez en cuando te lo recuerde con un gesto, una mirada, un silencio. Es
la otra vida, la que te trae lágrimas y la que te trae fuerzas de la nada, esa otra
vida, irreal, que no está en ninguna parte pero que suele ser la verdadera vida,
la que le mueve los hilos a la vida real, la que te eleva y la que te tira por los
suelos, la que te abate y te da los impulsos, la que te alimenta y la que te hace
añorar los latidos del tiempo de cuando palpitaba el mundo, esa otra vida, lo que
se vive, siempre contigo, hasta en los olvidos más desangelados o en los más enaltecidos,
la que tiene fechas en tus silencios más tiernos, más dolorosos. Sólo las diosas
y los elegidos por las diosas saben de lo que escribo, de la irreal vida, la real
No hay comentarios:
Publicar un comentario