La canción
No cantes mi canción, no la cantes,
déjala que vuele solitaria, que se
pudra en sus soledades,
déjala sola sola sola,
no intentes desarmarla ni buscarle
las cosquillas a sus alas, nació así,
así creció, al otro lado de las fincas
de los tarajales, entre charcos,
mi canción no tiene más que
colecciones de revoluciones cercenadas,
infinitas infancias reventadas por el
hambre, infinitas distancias,
infinitas muertes de vidas recién
nacidas, infinitas hambres de justicias,
no cantes mi canción, súbete al
escenario donde hacen el amor y cantan
los intelectuales, los músicos, los
actores, los que saben vivir normales,
sin mirar alrededor, hermosas almas
que dejan las cosas como están,
¡hermosa vida es la vida cómoda, que
se manifiesta y se esconde!,
no cantes mi canción, no la cantes,
busca la felicidad, olvídate de los pobres,
las gestas son individuales, los
sueños son para los perdedores,
no cantes mi canción, déjala romperse
entre la espesura de la nubes,
en las mismas huellas que no son más
que soplos de brisas marinas,
pisadas que nadie vio pisar, no
cantes mi canción, déjala morirse,
irse al olvido, alzarse como suspiro
de sirena abandonada en la ciudad,
déjala que se aleje, no la cantes, no
la invoques para nada, no te oye,
no oye nada que vaya más allá de las
tristezas que roen el mundo,
no cantes mi canción, no la cantes,
cántate, canta tu canción, invócate tú,
invoca a los creyentes que imbéciles
necesitan creer para ser creyentes,
¡ah, así, la adulación, la ofrenda en
el altar!, ¡ser risa y matar a los tristes!,
no la cantes, no cantes mi canción,
herida porque nació herida, no muerta,
vencida porque la vida necesita de la
sangre de los vencidos, ¡ah, mi canción!,
no la cantes, amor, no rompas la
palabra amor, no la despeñes, déjala,
ella sola sabrá hundirse o elevarse,
pero sola, no la toques, no la cantes,
no desperdicies los verbos, las
salivas que no ven las sangres desparramarse,
¡pero sí, decir lo que se siente,
nunca hacer lo que se quiere!,
¡se vive tan bien así, entre músicos,
mercenarios, sacerdotes, intelectuales!,
no la cantes, amor, mi canción no la
cantes, fornica con los sabedores,
mientras yo me muero compartiendo la
vida con la vida que se muere,
preparando, lo dice la mirada que
brilla mortecina, preparando siempre
la revolución pendiente,
¡álzate, cántate!,
pero no cantes mi canción,
sería la muerte
Quintín Alonso Méndez
profundas letras que desnudas el alma!! en ellas sentimientos hermosas letras!!!! y la fotos !!!! espectaculares !!! un abrazo desde mi brillo del mar , con cariño Bea
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