Es dulce la penumbra
cuando roce de la luna con las nubes,
de las olas con la arena,
como si tus labios aquí rozaran la
penumbra,
resbalando en racimos de serenada
por la sed de mis labios.
La noche parpadea con brillos de tu
miel,
oscuridad ciega me trae la luz de tus
ojos
El poema no es lo que dice
es lo que no dice,
así como arena escurridiza entre los
dedos,
como agua de lluvia por la piel,
por entre las grietas de las palabras
resbalan, se escurren las
sensaciones,
las desnudeces de los sentidos
en su más íntima carnalidad,
ahí me lees, ahí te sumerges,
en mi más cierta sed de tu mar
quintín alonso méndez



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